martes, 27 de marzo de 2012

Las juventudes partidistas

Hace un par de semanas, entablé una discusión con un amigo cuya obsesión por uno de los candidatos presidenciales me parecía excesiva. Le cuestioné que la mayoría de sus comentarios iban destinados a denostar a los competidores de su candidato y lo reté con dos simples preguntas: que me dijera cinco razones coherentes para votar por éste y que me expusiera lo que sabía de la historia de ese partido. Si lograba convencerme, me comprometía a darle mi voto. Ahí terminó el debate.
En las tres elecciones presidenciales que me ha tocado vivir, por lo menos, con conciencia política, ésta es la primera vez que la juventud se muestra tan interesada (y polarizada), debido quizá al rápido crecimiento que las redes sociales han tenido en nuestro país en los últimos años. Es frecuente toparnos en Facebook o Twitter con hordas de seguidores de nuestros flamantes candidatos, casados con un proyecto político que aún ni siquiera es dado a conocer. Son esas las juventudes partidistas, las nuevas generaciones de jóvenes que parecen creer todavía que la solución a las calamidades nacionales se encuentra en uno u otro partido político.
La mayoría de estos jóvenes probablemente no milita en los partidos y sin embargo afirman con certeza que “el suyo” es el bueno, el único capaz de tomar el timón en tiempos donde el país pareciera no tener rumbo. Jóvenes que desconocen la historia de esas instituciones y de México, los usos y costumbres de cada partido, sus estatutos e ideario, sus buenas y sobre todo malas prácticas. Comparten datos y estadísticas de dudosa procedencia y credibilidad, insultan y denigran al contrario, publicitan a su candidato mencionando los errores del de enfrente, teniendo como máxima que el suyo es “el menor peor”.
Así aparecen las juventudes priistas, ignorantes voluntaria o involuntariamente del pasado antidemocrático e ineficiente de siete décadas de presidencialismo imperial, como acertadamente lo llamó Enrique Krauze. No se toman el tiempo de debatir sobre los gobernadores corruptos y derrochadores, de los acarreos y compra de votos, de la siniestra alianza con la franquicia familiar llamada Partido Verde y la siempre preocupante presencia de la maestra Gordillo. Este sector toma como bandera la crisis del Panismo en dos sexenios fallidos en lugar de presumir méritos propios.
Le siguen las juventudes panistas, recios defensores del actual gobierno y de las políticas presidenciales que a todas luces han fracasado, por lo menos en lo que se refiere a demoler el antiguo sistema de corrupción heredado por los tricolores. Éstos utilizan la estrategia del miedo, intentando maquillar que el PAN ha hecho suyas las viejas prácticas que atacó desde su fundación. Estas mismas juventudes, que durante el proceso interno se vieron divididas entre su candidato favorito; ellos mismos se encargaron de sacar a luz los trapos sucios que hoy no se pueden ocultar.
Por último, las juventudes perredistas cuentan solamente con la ventaja de que su partido no ha pasado nunca por Los Pinos y sin embargo, como los dos anteriores se ven frecuentemente imposibilitados para debatir sobre los ya por todos conocidos eventos de clara corrupción de algunos de sus miembros, que incluso se encuentran hoy como candidatos al Congreso. Quieren olvidar (y hacer olvidar) el comportamiento de su otra vez candidato después de las elecciones de 2006.
Las juventudes partidistas  (que sin pertenecer a ningún partido) son utilizadas para realizar la guerra sucia que legalmente está prohibida para ellos. Idolatran a su candidato, lo elevan al pedestal, lo santifican y le entregan su confianza. Su candidato no se equivoca, la información en su contra es seguramente tendenciosa, sus palabras son siempre ciertas y sinceras. La infalibilidad Papal en su máxima expresión. Los partidos sonríen ante la juventud que sigue al pie de la letra su agenda.
No dudo que la fe y esperanza que nuestros jóvenes colocan en su candidato sea genuina. Sin embargo preocupa que como sociedad aún no hemos sido capaces de convertirnos en ciudadanos de ideología independiente, que si bien naturalmente podemos tener coincidencias con la filosofía de alguna de las instituciones políticas, deberíamos tener siempre presente que nuestro deber como electores no afiliados consiste en la exigencia del cumplimiento de nuestras leyes y de las tan cantadas promesas que los partidos de todos colores nos ofrecen a cada oportunidad a cambio del voto.
México ya no necesita seguidores fieles de partidos, ya hemos sufrido de la partidocracia por casi un siglo. Los tres principales partidos gobiernan el país, ya sea desde la Presidencia, las Gubernaturas, Alcaldías y los Congresos. Ninguno se salva de la responsabilidad del caos actual.
Recordar que no somos miembros de la clase política sino ciudadanos. No somos los empleados, sino el patrón. Si no dejamos de ver el panorama nacional desde los ojos de un partido, no seremos competentes para demandar reformas de urgente necesidad, candidaturas independientes, reelección de legisladores y revocación de mandatos. En resumen, no podremos deshacernos del imperio del poder de un grupo al cual no pertenecemos, aunque creamos pertenecer.

1 comentario:

  1. Alejandro, he leído tu columna y me ha parecido interesante. Creo que te faltó hacer mención que las "juventudes partidistas" son un nuevo orden de proselitismo. Ante la proliferación del uso de redes sociales (con sus pros y contras), el proselitismo ha encontrado en estas un campo bastante fértil, a saber:

    1) (en muchos casos) Son cuentas falsas.
    2) Llegan a un público amplio y con una vida electoral prometedora (jóvenes), es decir es un proselitismo a futuro que podría influenciar el voto hasta por 60 años.
    3) Económico.
    4) No implica mayor estrategia (o dudo que haya alguna tras @penianetista [o como sea])

    Será válido preguntarnos, ¿quién está detrás de estas cuentas? y más importante, ¿estas juventudes son producto o evolución de las mismas prácticas partidistas? ¿Estos jóvenes lo hacen con la esperanza o promesa de algún tipo de beneficio particular? La nueva forma de buscar el hueso.

    jpsg.

    ResponderEliminar